| Informes & Temas |

La alternativa ancestral

El alcalde de Cotacachi aplica las enseñanzas de sus antepasados para gobernar a 38 mil personas.

Cada mañana, Auki Tituaña sigue la misma rutina: primero acompaña a sus dos hijos a la escuela, después pasa por el supermercado para hacer alguna compra. Es un recorrido de cuatro cuadras, pero a él le lleva horas completarlo porque debe atender a los saludos, los comentarios, los reclamos y las quejas de los vecinos.

Tituaña parece un vecino más con su ruana, su sombrero y sus alpargatas prolijas, pero no lo es. A punto de cumplir 40 años, lleva casi nueve como alcalde aquí en Cotacachi, 140 kilómetros al norte de Quito, en un centro turístico de 38.000 habitantes enclavado entre un volcán, un lago y una fila de montañas forestadas, y que oficia de puerta de entrada al Parque Nacional Cotacachi-Cayapas.

Tituaña es un aborigen otavalo y pertenece al movimiento indigenista Pachacutic. Es el primer aborigen en gobernar esta ciudad, y no le va mal. Su gestión recibió un premio de la Unesco por haber reducido los índices de pobreza y corrupción en la ciudad, y por representar una alternativa exitosa frente al modelo neoliberal. “Todo se logró con la democracia participativa”, me dijo Tituaña el otro día, durante uno de sus recorridos, mientras recogía la compra en un mercado de la calle 10 de Agosto.

Aquí, en esta ciudad de la provincia de Imbabura, rodeada por verdes montañas y el sagrado Lago Cuicoche -al que Tituaña visita cada vez que debe tomar una decisión trascendente-, le pregunté por las enseñanzas de sus ancestros. “Justamente, es lo que nos ayudó a sobrevivir 500 años, amigo”, me contesta, con esa economía de palabras que lo caracteriza.

El cantón transformado

De calles apacibles, limpias y cuidadas al extremo, Cotacachi es recorrida cada año por decenas de miles de turistas de todo el mundo, y que al ingresar por la Avenida de las Naciones se topan de frente con la Escultura del Sol, de Oswaldo Guayasamín.

“¿Usted conoció Cotacachi antes de 1996?”, me pregunta Clemente Galarza, responsable de una tienda de artesanías en la calle Mariscal Antonio José de Sucre. Él mismo se responde: “Éste es otro cantón, nadie lo imaginaba así por entonces”.

Tituaña llegó a la Alcaldía en 1996, en medio de un descalabro financiero en las arcas de la ciudad. Cada político que pasaba por allí era cuestionado por corrupción y no había dinero más que para enfrentar, a duras penas, el pago de los salarios de los empleados del municipio. Las demandas eran innumerables, según recuerda el alcalde. El 31,3 por ciento de las casas carecía de saneamiento básico y se necesitaban obras de todo tipo: desde alcantarillado hasta escuelas, desde centros recreativos hasta electricidad. Tenía cerca de 400 mil dólares en reservas pero las obras demandaban 11 millones de la misma moneda.

“Al comienzo la críticas eran feroces. 'No hacen nada', nos decían. Había rumores de que la oposición se quería tomar el municipio. Yo les decía: 'Si quieren quedarse con mi despacho, aquí tienen las llaves, yo no estoy atado a un cargo. Pero esto no se resuelve así, ni lo resuelve uno solo. Esto lo resolvemos entre todos y con organización'”, recuerda Tituaña, mientras conduce ahora su camioneta por las calles de la ciudad rumbo a la hostería del lago Cuicoche, donde lo espera una reunión con representantes del Servicio de Cooperación Alemana.

Fueron cientos, tal vez miles, las asambleas comunales a las que él y sus funcionarios tuvieron que asistir para explicar que no bastaba con poner el voto. “Creemos que un alcalde y siete concejales no alcanzan jamás para realizar una buena gestión de gobierno”, les decía. De allí surgieron los Consejos sectoriales, como el de la Salud, el de Comercio, de los hoteleros, de los agricultores, de las mujeres, de las comunidades indígenas. Esos Consejos, con representantes elegidos en las bases, confluyen en el Consejo Superior de 18 miembros, donde el alcalde siempre es minoría. El Consejo Superior adopta las decisiones que luego el Consejo Deliberante transforma en decretos para que el gobierno los ejecute. “De esa manera todos somos corresponsables de los éxitos y los fracasos de la gestión”, dice el alcalde. Al igual que los Consejeros, él no cobra sueldo pero recibe un módico viático de 100 dólares al mes.

En 1997, con los Consejos funcionando en pleno, el Municipio salió en busca de financiamiento externo. Consiguió 3,6 millones de dólares en diversos créditos provenientes del Banco Mundial, la Agencia de Cooperación Iberoamericana (España), el Gobierno Suiza, la Oficina de Cooperación española, el Servicio de Cooperación Alemán, la ONG Terra Nova (Italia), la Ayuda Popular Noruega, el gobierno de Cuba y la Agencia Internacional de Desarrollo estadounidense, entre otros organismos.

En el año 2000 comenzó a aplicarse el Presupuesto Participativo, a través del cual los Consejos son los que deciden dónde y cómo gastar los ingresos del municipio. La experiencia se asemeja a otras practicadas en ciudades como Porto Alegre y Brasilia, en Brasil.

Uno de los mayores orgullos de Tituaña es difundir, casa por casa, un boletín donde figura el destino del presupuesto de Cotacachi, desde el primero hasta el último dólar. Allí, en el balance de gestión, aparecen las obras terminadas, los gastos generales, la tercerización a la actividad privada. También aparecen los gastos destinados a la participación ciudadana, que alcanzan a un dos por ciento del presupuesto, cifra que suele generar críticas de la oposición.

“No se dan cuenta de que este tipo de gobierno de democracia participativa, encima de todo, es un buen negocio político, porque permite ganar elecciones, reelegirse y relegitimarse ante la sociedad”, dice Tituaña.

En octubre del año pasado, Tituaña y Pachacutic alcanzaron su segunda reelección al frente del municipio. Fue bajo esos preceptos milenarios que utilizan como eslogan y definición en Cotacachi: “Ama killa, ama llulla, ama shua” (“no ser odioso, no ser mentiroso, no ser ladrón”). Hoy, según los sondeos de opinión, Tituaña es uno de los políticos más populares de todo Ecuador.

El diálogo con el alcalde se interrumpe en innumerables oportunidades. Esa costumbre tan ecuatoriana de conducir más con el claxon que con el volante, en este caso se justifica. Tituaña se ve obligado a hacerlo sonar por lo menos quince veces para contestar cada vez que alguien lo saluda. Aquí, este hombre de estatura baja, con el pelo en una trenza tan cuidada como su poncho y su vestimenta, es el “Cotacachimanta jatun pusach” (“el jefe de gobierno de la tierra de Cotacachi”, en quechua). El hombre que ayudó a que esta pequeña ciudad fuese conocida internacionalmente no sólo por sus bellezas naturales y sus excelsos artículos de cuero, sino por ser un ejemplo de “transparencia y democracia”, de acuerdo al “Premio Dubai” que los Emiratos Árabes, el Centro Hábitat y la ONU le otorgaron en el 2000, o por convertirse en “una Ciudad por la Paz”, según reza la distinción que la Unesco le concedió en el 2002. Así lo entiende la anciana que lo obliga a detenerse en el camino hacia Cuicoche para transmitirle sus respetos, o la señora mestiza que se para delante de su vehículo y no lo deja avanzar hasta no ser correspondida con un saludo, o el rubio doctor de Quito que lo interrumpirá en la Posada del Lago para dejarle su tarjeta “por si acaso necesitara algo”.

De regreso ya en la Plaza Matriz, frente al palacio Municipal, a Tituaña lo interrumpe un colaborador que lo aborda en quechua. Lo requieren de urgencia en el hospital porque no hay nadie que pueda traducir del quechua al castellano. O, mejor dicho, la anciana enferma que necesita comunicarse con los médicos insiste en que el único traductor que quiere es “el Auki”. Camino al hospital sigue la charla. Tituaña se dice “progresista” pero no “marxista”, a pesar de sus años de estudiante en Cuba. Durante esos años, además de graduarse en Economía y ver nacer a su primera hija, Allpa Pacari (“Tierra del Amanecer”), pudo tejer relaciones que hoy se materializan con la presencia en Cotacachi de una misión de médicos cubanos, especialistas en Medicina General y en Medicina Primaria. Un acuerdo con el Ministerio de Salud de la isla, en el marco de la transformación del sistema de salud del cantón, que en virtud de las leyes vigentes pasó de la órbita nacional a la municipal. Así, el Centro de Salud de Cotacachi “Asdrúbal De la Torre” se convirtió en un hospital de “nivel 2” (complejidad media), que en el 2002 atendió a 2.400 mil pacientes y en el 2003 a 12.000, de acuerdo a los cálculos del municipio. “Pudimos mejorar el servicio, combinando la medicina ancestral con la medicina occidental, lo que para nosotros fue una experiencia muy rica”, explica Ramón González, director de la misión médica cubana en Cotacachi.

De Cuba llegó también el método para alfabetizar mediante TV y VHS. “Abortamos el sistema de alfabetización con profesores, porque ya se había probado y no dio resultados. En cambio, con este método, reconocido en el mundo entero, logramos enseñar a leer y escribir español en tres meses a una población que es, principalmente, quechua-hablante”, explica Tituaña.

De regreso después de reunirse con los alemanes en la hostería del lago, el alcalde detiene su marcha en Mercedes Cadena, una comunidad de 760 habitantes, en su mayoría indígenas. Allí, más que explicar o prometer, Tituaña se dedica a escuchar.

Al caer la tarde, un grupo de funcionarios de otros cantones y departamentos lo aguarda en el Palacio para aprender de la experiencia en salud y educación que se desarrolla en Cotacachi. No se trata de inventar nada nuevo, les dirá el alcalde: sólo se trata de apoyarse en la tradición solidaria y comunitaria de sus ancestros, descendientes del cacique Rumiñahui y herederos de su estoica resistencia en tiempos de la Conquista. Esa tradición participativa, que salvó a los otavalos del exterminio hace 500 años, es hoy la novedad política más esperanzadora en este Ecuador de instituciones débiles y economía dolarizada que naufraga sin remedio en el océano de la globalización.

Fuente: Revista Surcos en América Latina :: Autor: José Vales

Este interesante proceso, se sustenta legalmente en:

  • La Constitución Política de la República del Ecuador
  • Ley de Régimen Municipal
  • Ley de Descentralización del Estado y Participación Social
  • Ley Especial de Distribución del 15 % del Presupuesto General del Estado
  • Ordenanza Municipal que reconoce los estatutos de la Asamblea de Unidad Cantonal (Aprobada en Enero 31 del 2000), entre otras;
En este contexto en septiembre de 1.996 nace la Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi, como un espacio de organización del pueblo multiétnico, para el diálogo democrático y la planificación concertada del desarrollo social, económico, ambiental y humano del cantón; en el que la participación social activa y comprometida es el motor fundamental en la toma de decisiones basándose en los principios de solidaridad equidad y reciprocidad; respetando y reconociendo la diversidad étnica, de género y generación.






Música del Ecuador: Margarita Lasso “Adios”

+ | Informes & Temas | +