“Pasé del cabaret a la resistencia”
Es la argentina que revoluciona a México. De visita en Buenos Aires para tocar en la ex ESMA, la cantante compartió su visión sobre Latinoamérica, el activismo lésbico, y su odio al neoliberalismo y a la Iglesia. Socialismo, peyote y palos borrachos.
No se ofendería si alguien le gritara: “Lesbiana, zurda y activista”. Por el contrario, la cantante Liliana Felipe reivindica cada uno de esos adjetivos. Nacida en la Argentina y residente en el país azteca desde que se exilió en 1976, Felipe visitó Buenos Aires para tocar en la ex Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en un concierto organizado por el Sistema de Medios Públicos. La cantante, que es también una luchadora por los derechos humanos, realizó su espectáculo en el centro clandestino de detención más grande que erigió la última dictadura. No es un dato menor: Felipe sufrió la pérdida de su hermana y su cuñado, desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.
La defensa acérrima de los procesos populares del continente; el repudio al neoliberalismo y a la Iglesia; su amor por la naturaleza, los palos borrachos y el peyote: todo entra en la cosmovisión de esta guerrera de la palabra, que pasó de los cabarets de la escena under mexicana a las tribunas de la resistencia. En pareja con Jesusa Rodríguez desde hace más de veinte años y con quien se casó públicamente en un acto de protesta contra la discriminación hacia las minorías sexuales, la cantante y performer sostiene en todo momento una postura militante. En diálogo con Veintitrés, se esperanza con “un mundo que se acerque al socialismo”.
–¿Qué implica para usted tocar en un lugar como la ESMA?
–Cuando me lo dijeron me sentí un poco perturbada. Conocí el lugar el año pasado, es un sitio en el que uno no quisiera estar. Resulta difícil pensar en cantar. Pensé si lo podría hacer o si se me cerraría la garganta. Acepté porque es algo que me toca en la vida. No creo que reciba muchas invitaciones así en el mundo, no están juzgando a los genocidas en el mundo entero. En la Argentina los juicios son una cosa de apoyar, de felicitar, de poner todos el lomo para que siga ocurriendo. Me dije: “Toda la vida trabajando por la memoria y los derechos humanos y ahora lo tengo que condensar en un solo recital”.
–¿Qué limitaciones percibe a la hora de desterrar la impunidad?
–La desaparición de Julio López es una cosa terrible. Además, para que un Estado represivo funcione, están los ideólogos de ese Estado, que son la derecha y los empresarios, luego los ejecutores que son los militares y el apoyo moral de la Iglesia. Por supuesto, todo con el aval y el apoyo incondicional de los medios de comunicación. Es mucha gente la que está involucrada, va a llevar tiempo juzgarlos a todos.
–¿Qué opina del actual presidente mexicano Felipe Calderón, acusado de ganar con fraude?
–En este momento México está gobernado por una pandilla de facinerosos. La derecha está absolutamente fracasada. No funciona, la corrupción es tal que las instituciones se caen a pedazos, se desmoronan, aunque tengan un excedente de dinero petrolero total. Hay miles de funcionarios con sueldos altísimos que son dependientes del gobierno. Esos aparatos así ridículamente enormes se desmoronan, como se está desmoronando Estados Unidos y la Bolsa. Lo que ellos nos vendieron como la única solución se vino abajo.
–¿Apoya el reclamo de Andrés Manuel López Obrador, el ex candidato del Partido de la Revolución Democrática, de ser el verdadero presidente?
–Sí, absolutamente. Se decidió apoyar a un gobierno legítimo, cosa que no hizo Al Gore, que perdió fraudulentamente en Estados Unidos y acabó saludando a George Bush. López Obrador no, no pactó. No tiene pelos en la lengua ni en los ojos.
–¿En Latinoamérica se está gestando una alternativa a la crisis capitalista?
–Totalmente. No creo que sea Europa la alternativa, es América. En un espectáculo, Jesusa hacía el siguiente análisis: el occidental es “ser”, con los griegos y todo eso; el oriental es “estar”, y nosotros somos “hacer y convivir con la naturaleza”. Latinoamérica es una opción política, muy pero muy fuerte, y muy genial.
–¿Cómo vivió el enfrentamiento de los prefectos de la Media Luna boliviana contra el gobierno de Evo Morales?
–Muy dolorida. Esa cosa hipócrita de la derecha de mandar a sus gentes armadas, pagadas por Estados Unidos, por el dinero mal habido de ellos. Masacraron a gente inocente, gente trabajadora que no tiene nada que ver. Hay que defender a Evo Morales con todo, sin medir las consecuencias. Bolivia es un bastión.
–¿Cuál es el rol del arte en estas luchas de resistencia?
–La verdad es que hacemos mucho. Pasé de ser cabaretera a la resistencia, a las reuniones y a estar viendo qué otras campañas hacemos, cuáles son las empresas que hay que boicotear. Nuestro trabajo se ha vuelto más social.
–Volviendo a la Argentina, ¿cómo evalúa la influencia de la Iglesia? A pesar de que tenemos una presidente mujer, el derecho al aborto sigue estando prohibido.
–En la Ciudad de México acaba de legalizarse: es legal abortar, si la mujer quiere. Fue una lucha larga. Toda la Iglesia es una mentira: su estructura, el armado, el show del infierno, de las ceremonias... Es algo que cuando se empieza a rascar, queda poco. Me parece que la Iglesia va de salida, como el neoliberalismo. Va a haber un día en que no haya iglesias, estoy segura. Si uno quiere sentarse y mirar un Cristo crucificado y llorar, que te dé pesar o alegría, que sea una cuestión tuya. Eso nadie se lo puede negar a nadie. Que tengan este poder de inmiscuirse en la vida pública no me parece correcto. Las creencias populares son más saludables que las de estos panzones hijos de puta, zánganos sociales. Es muy brutal que vivan del miedo, de la limosna, del terror, de los diablos.
–¿Cuál es su utopía de mundo?
–Se acerca muchísimo al socialismo. Creo que los recursos naturales tienen que estar manejados por el Estado con supervisión de un grupo de notables. El día que el dinero no sea el que mande, vamos a vivir en un mundo mejor. Mientras más dinero tiene una persona, se vuelve más tirano y menos inteligente. Cuando uno necesita menos está intensificando su inteligencia.
–Una de sus pasiones son las plantas...
–Tengo abuelos campesinos en Córdoba. Desde toda la vida he sembrado cosas, y he visto a mi mamá y papás y a mis tías sembrando. Es algo que se aprende de chiquita. Toda la vida metí las manos en la tierra y me hace muy feliz. Desde hace cinco años estoy reproduciendo palos borrachos. En la Ciudad de México no hay, la gente alucina mucho cuando florece. Llevo regalados como 250 palos borrachos y la gente me manda las fotos de cómo van, me tocan el timbre de mi casa en Coayacán, tengo uno en la vereda que creció muchísimo.
–México es un país pródigo en las llamadas “plantas sagradas”. ¿Cómo se lleva con las drogas alucinógenas?
–Muy bien. He comido muchas veces peyote pero la última vez que íbamos caminando rumbo al cerro vi a un perro de color verde y me dije: “No”, porque yo sé que el perro no es verde. Había algo que no estaba bien. Y no me dejé llevar. Pero me parece que la del peyote es una experiencia que tiene que conocer todo el mundo. Es una comunicación con la naturaleza absoluta, ves la energía de las cosas. [Revista Veintitrés, Tomás Eliaschev, Foto Ezequiel Torres]